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Hay violencias estructurales en actos cotidianos que pasan constantemente desapercibidas

Me identifico como mujer, como lesbiana y también como autista. Experimentar el mundo desde esta perspectiva tan maravillosa pero a la vez compleja, está siendo todo un reto. No nos vamos a engañar, y es que, aunque este país presuma de ser un territorio avanzado en cuanto a los derechos LGBTIQ+, la realidad es que estamos lejos de que sea un lugar seguro para todas nosotras. Nos encontramos en un momento en el que la extrema derecha está llegando a los puestos de poder y los delitos de odio están aumentando en nuestros pueblos y ciudades. Tristemente, convivimos constantemente con ellos.

Yo nací y crecí en Barcelona y he podido ir viendo la evolución de este pedacito de tierra y su sociedad durante la última década. Fue justamente hace 10 años cuando identifiqué que estaba dentro del colectivo y así se lo expliqué a las personas de mi alrededor. Aunque yo siempre he intentado abanderarme como una lesbiana orgullosa, hay situaciones en las que tengo que pensar dos veces antes de hablar o de actuar como tal y esto es por culpa de la lgbtifóbia.

Hay violencias estructurales en actos cotidianos que pasan constantemente desapercibidas. Precisamente, hoy no quiero contar los insultos que pueda recibir por la calle o por las redes, las miradas de asco o los comentarios inapropiados, si no aquellos actos que a simple vista no se perciben.

Hace unos meses estuve buscando un piso para ir a vivir con mi novia y ya sabemos todas como está el mercado inmobiliario. Básicamente está imposible con unos precios desorbitados, muchísima demanda y eso hace que te tengas que presentar como la mejor opción. Encontramos un piso que nos encantó y nos dijeron que la propietaria era una señora muy mayor que quería una pareja tranquila para vivir en el inmueble. En ese momento a mi novia y a mí nos asaltan las dudas: Debemos decir que somos una pareja de lesbianas o ¿Será que esta señora podría ser homófoba? Está buscando a una pareja pero verá que somos dos chicas, ¿Deberíamos decir que somos amigas? Puede ser que a simple vista pueda parecer algo sin importancia, pero vivir con esta duda constante es muy agobiante.

Y sí, hay muchas personas homófobas que toman decisiones y muchas de esas decisiones nos afectan personalmente como acceder a un piso o a un trabajo. Y si, también hablo desde el privilegio de poder decidir si me muestro como parte del colectivo o no, las personas que pertenecen a él por su identidad de género como las personas trans, no tienen esta opción y las vivencias son más duras.

Y ya que estamos mencionando los alquileres, os invito a todas a investigar sobre el racismo inmobiliario y cómo los propietarios no quieren alquilar los pisos a personas migradas. Fuerte, ¿Verdad?. Se han hecho estudios sobre ello y se ha demostrado que salirte de la cisheternorma puede afectar a tener menos posibilidades de que te alquilen un piso. Porque claro, “mejor una pareja o una familia tradicional y de aquí” (esto es ironía).

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